Mujeres.

Igualdad de género

 

Las mujeres suizas tienen hoy los mismos derechos que los hombres, por lo menos en teoría. La igualdad de derechos entre los sexos está garantizada por la Constitución Suiza desde 1981. En 1988 se estableció la Oficina Federal para la Equiparación de la Mujer con el Hombre. Desde 1996 existe además una ley que prohíbe cualquier forma de discriminación, también en el mundo laboral.

No obstante, Suiza se queda atrás en muchos aspectos en materia de igualdad de sexo respecto a la gran mayoría de los países de la Europa occidental.

En el Índice de las Diferencias de Género, una encuesta realizada en 115 países de todo el mundo y publicada por el Foro Económico Mundial en 2006, Suiza se sitúa en el trigésimo quinto lugar.

 

Educación

Según la legislación vigente, las mujeres tienen los mismos derechos educacionales, pero son bastante más mujeres que dejan la escuela después de los nueve años obligatorios de primaria que hombres.

No obstante, en las dos últimas décadas se ha acortado considerablemente la diferencia entre ambos sexos, sobre todo gracias a la oferta aumentada de oportunidades de formación para mujeres. En 1980, todavía un 18% de las mujeres no hicieron estudios ulteriores tras la escuela obligatoria; en el 2001, sin embargo, la cifra cayó por debajo del 2 por ciento, un valor que sólo supera por poco a la de los hombres.

Sin embargo, las mujeres tienden a elegir cursos formativos de menor duración que los hombres. El número de mujeres con títulos de grado terciario —universidad o institutos técnicos superiores— fue muy inferior al número de hombres con diploma universitario.

Equiparación laboral entre hombres y mujeres

 

Una empleada de los Ferrocarriles Federales Suizos (FFS) controla el carretón de un vagón. (nueva ventana)

Una empleada de los Ferrocarriles Federales Suizos (FFS) controla el carretón de un vagón. El objetivo declarado de los FFS es aumentar el número de empleadas, incluso en los sectores técnicos. Los FFS contrataron a su primera maquinista en el año 1991. El número de mujeres maquinistas ha ascendido hasta 2006 a cerca de 30, un por ciento del total, pero la cifra tiende a crecer.© Foto SBB

Las disparidades entre hombres y mujeres en el mercado laboral son grandes. El número de mujeres activas aumentó en los años 1990. En el 2006, el 74,6% de las mujeres mayores de quince años tenían un empleo o estaban buscando trabajo; mientras que el porcentaje equivalente para los hombres se elevó al 87,8%.

Brecha de género

La renta salarial depende de la capacitación, el estatus y la experiencia profesionales. Las mujeres suelen tener un estatus profesional inferior y trabajan en sectores de baja retribución. En el 2002, el 11% de las mujeres con un puesto de trabajo a tiempo completo ganaron menos de 3.000 francos por mes, mientras sólo el 2% de los hombres tenían un sueldo tan bajo.

Hay, además, muchas más mujeres que trabajan a tiempo parcial que hombres. En el año 2006, casi el 58% de las mujeres trabajaban a tiempo parcial, mientras el porcentaje equivalente para los hombres se situaba por encima del 11%.

Desde 1998, la diferencia salarial entre ambos géneros permaneció más o menos estable: la discrepancia es del 21% en el sector privado y del 10% en el sector público. La diferencia salarial entre mujeres y hombres es más grande en la economía privada que en las empresas públicas. Estas diferencias salariales para los empleos equiparables persisten, aunque el nivel de calificación suele ser el mismo para ambos géneros. Cifras del 2002 muestran que mujeres con títulos universitarios y que trabajan en posiciones de alta gerencia ganan un 29,8% menos que sus homólogos masculinos.

La mujer en la política

 

Suiza es el último país europeo (a excepción de Luxemburgo) que concedió el derecho de voto a las mujeres. Sólo en febrero de 1971 el electorado masculino suizo aprobó la igualdad entre mujeres y hombres en el plano político.

El 54 por ciento de los suizos con derecho de voto son mujeres. No obstante, su ventaja numérica no se ve reflejada en el Parlamento federal: ocupan solamente el 29% de los asientos en el Consejo Nacional y el 22% de los escaños en el Consejo de los Estados tras las elecciones federales de 2007.

A nivel cantonal, la cuota de participación femenina llega al 20,5% en los gobiernos y al 26% en los parlamentos. Sin embargo, las discrepancias cantonales son todavía notables.

La mayoría de las diputadas del Consejo Nacional son de izquierdas. Un análisis sobre las actitudes electorales de los parlamentarios muestra que las mandatarias son por lo general más liberales y que adoptan una posición más izquierdista que sus socios masculinos del partido, incluso si pertenecen a un partido de derecha.

Derecho de voto femenino

 

¿Conceder el derecho de voto a las mujeres? ¡Qué idea más ridícula! El cerebro de la mujer es más pequeño que el de los hombres lo que demuestra que las mujeres son menos inteligentes. Son propensas a actitudes extremistas y se asocian a campañas sin consultar antes a sus maridos. Además, eso no fomentaría la igualdad de derechos porque su natural modestia les impide ir a votar cuando están embarazadas, y como las mujeres del campo suelen tener más hijos, tendrían una desventaja injusta con respecto a las mujeres que viven en las ciudades. Y si las mujeres son elegidas al parlamento, ¡qué deshonra supondría esto para sus maridos! Éstos estarían obligados a cocinar en casa...

Estos fueron los argumentos que convencieron al electorado masculino suizo para desechar el sufragio femenino votación tras votación, a pesar de que el voto femenino existía en Nueva Zelanda desde 1893 y en la mayoría de los países europeos desde finales de la I Guerra Mundial. El Parlamento suizo había aprobado el sufragio femenino en 1958, más de cincuenta años después de Finlandia, el país pionero en Europa, pero en la votación popular de 1959, el electorado masculino echó abajo la propuesta legislativa del Parlamento con dos tercios de los votos en contra. Para la introducción de la modificación constitucional se necesitaba una simple mayoría popular.

Las mujeres no se quedaron cruzadas de brazos, esperando a que se les otorgaran el derecho de sufragio. La primera asociación feminista fue fundada en 1868, reclamando derechos civiles para las mujeres, inclusive el derecho a entrar en la universidad. En el debate constitucional de 1874 se acariciaba incluso la idea de incluir el voto femenino. Una petición de 1929 consiguió reunir más de 250.000 firmas a favor del sufragio femenino, pero no recibió ningún apoyo en el Parlamento.

El sistema de la democracia directa en Suiza permitió excluir durante mucho tiempo a las mujeres de los derechos políticos, ya que el pueblo electoral (masculino) tenía la última palabra en cuestiones legislativas. Sin embargo, la extensa autonomía, incluso al más bajo nivel administrativo, les brindó a las mujeres al mismo tiempo la oportunidad de irrumpir en la vida política. Fue una comuna muy pequeña en el Cantón del Valais que permitió en 1957 el voto femenino a nivel comunal por primera vez en Suiza. Varios cantones siguieron el ejemplo, y a lo largo de los años 60 las mujeres empezaron a ocupar cada vez más posiciones importantes en las asambleas y en los gobiernos locales. En 1968, Ginebra, la ciudad más grande del país en aquel entonces, tenía una alcaldesa que, a pesar de ello, todavía no podía ejercer el derecho de voto en votaciones federales.

Cuando Suiza aceptó poner su firma en la Convención de los Derechos Humanos del Consejo de Europa, fue tan sólo bajo la condición de que la igualdad jurídica entre sexos no tuviera vigor en territorio suizo. Esta propuesta provocó un tal alboroto que obligó al Gobierno suizo a revisar su postura. A continuación se elaboró un nuevo referéndum sobre la cuestión del voto femenino.

En la votación celebrada el día 7 de febrero de 1971, se expresaron dos tercios del electorado masculino a favor del sufragio femenino, permitiendo por fin el ejercicio de los plenos derechos políticos a sus compaisanas.