Rios y lagos.

 

 

Recursos hídricos

 

A Suiza se le considera el depósito acuífero más grande en Europa. Su territorio conserva un 6 por ciento del total de los recursos de agua dulce de toda Europa. Tres de los ríos europeos más importantes nacen aquí: el Rhin, el Inn y el Ródano. Desembocan en tres mares distintos: en el Mar del Norte, el Mar Negro y el Mediterráneo.

Las Cataratas del Rhin, algunos kilómetros río abajo de Escafusa, son las más grandes de Europa; poseen una anchura de 150 metros y una altura de 23 metros.

Además, Suiza posee más de 1.500 lagos. Los dos más grandes, el de Constanza y el de Ginebra, hacen frontera con los países colindantes. El Lago de Ginebra o Lago Lemán hace frontera con Francia, y el Lago de Constanza con Austria y Alemania. El Lago Lemán, que se encuentra en la cuenca del Ródano, es el depósito de agua potable más grande de Europa Central.

Con una superficie de 218,4 km2 el lago más grande enteramente situado en territorio helvético es el de Neucastel. Pero el lago más famoso es el Lago de los Cuatro Cantones en la Suiza central; su superficie abarca 113,7 km2.

 

 

Antiguos sistemas de irrigación

 

Suiza es un país abundante en aguas. Sin embargo, el Cantón del Valais (en el sur del país) sufre bajo la relativa escasez del «oro azul». Con el objetivo de traer agua a los cultivos, los campesinos valesanos construyeron sistemas de irrigación con pequeños canales artificiales que en francés se llaman «bisses» y en alemán «Suonen». Estos bisses o Suonen traen el agua de deshielo de los glaciares a las poblaciones y a las zonas de cultivo.

En la Baja Edad Media existían sistemas de irrigación con una longitud total de varios miles de kilómetros; e incluso a principios del siglo XX quedaban más de 200 canales con una longitud total de 2.000 km.

Era muy importante construir los canales con un ángulo de inclinación no demasiado llano para que las aguas pudiesen correr a una velocidad constante sin interrupciones.

Algunos de los antiguos constructores de canales tuvieron la suerte de poder utilizar canales naturales ya existentes o hacer algunas excavaciones para dejar fluir el agua por cauces naturales. Pero en los casos más extremos tuvieron que arriesgarse la vida, sobre todo si tenían que construir apuntalamientos en las rocas alpinas para poder luego colocar los canales especiales de madera por encima de tales construcciones. No sólo la construcción en sí era una tarea peligrosa, también las inspecciones y el mantenimiento de los bisses.

 

 

Intervenciones humanas

 

La gran mayoría del agua corriente en Suiza ya no fluye por cauces naturales. Casi un cuarto de todos los ríos suizos fluye por cauces artificiales o cuencas que están cubiertas u obstruidas.

Muchos lagos poseen diques artificiales para proteger sus orillas de la erosión, a pesar de que impiden al mismo tiempo que el mecanismo de autodepuración de los lagos funcione debidamente.

A causa de las repetidas crecidas históricas de algunos ríos en el siglo XIX se empezaron a canalizar y enderezar sus cursos.

Los ejemplos más conocidos son el encauzamiento del río Linth entre los lagos de Walen y de Zúrich, y la regulación de los ríos del Jurá en la región de los lagos de Biena, Murten y Neucastel. Estas correcciones resolvieron un problema crónico de la población local y posibilitaron al mismo tiempo la puesta en cultivo de vastas zonas útiles.

A partir de entonces se han canalizado y encauzado muchos ríos en Suiza. Sin embargo, esto provocó un decrecimiento de los hábitats naturales y supuso una pérdida de la biodiversidad. Además trasplantó el problema de las inundaciones a regiones que se encontraban en la parte inferior de los cursos fluviales dado que se habían reducido drásticamente las llanuras de inundación natural en el curso superior de los ríos encauzados.

Por eso, hoy en día, muchos ríos se vuelven a restaurar en su estado natural.

 

 

El agua como amenaza

 
 

Para los suizos es difícil olvidar la potencia destructiva de las aguas. En los últimos años tuvieron ocasion de observar los efectos desastrosos de las fuertes precipitaciones que han sido la causa directa o indirecta de víctimas mortales e importantes pérdidas de propiedades.

En octubre del año 2000, Gondo, un pequeño lugar en el Cantón del Valais cercano a la frontera italiana, fue parcialmente destruido por el corrimiento de tierras. Trece personas perecieron. En septiembre de 1993, la ciudad de Brig sufrió una de las catástrofes naturales más grandes de su historia, cuando el río Saltina se desbordó echando su lodo y escombro a las calles céntricas. Dos personas murieron cuando las aguas penetraron con toda fuerza en la plaza mayor.

Estas catástrofes no suelen ocurrir ocasionalmente. Al contrario: desde el siglo XIX, con el crecimiento de la demanda de madera durante la industrialización del país, son siempre más frecuentes las crecientes y los corrimientos de tierras. La continua deforestación fue una de las causas principales. Pero el Gobierno suizo no tardó en aprobar nuevas leyes para proteger los bosques y favorecer la reforestación de los montes alpinos.

Los efectos destructivos del corrimiento de tierras se multiplican todavía más si los escombros caen en uno de los numerosos lagos suizos. En 1806, después de semanas muy lluviosas, la localidad de Goldau en la Suiza interior fue completamente destrozada por un inmenso alud de rocas. Pero las 457 personas que en esta histórica catástrofe encontraron la muerte, no murieron a causa del alud en sí, murieron ahogados a causa de las enormes ondas ocasionadas por las fuertes ráfagas en el Lago Lauerz que antecedieron al aluvión.

Ya en el siglo XVI, concretamente en el año 1512, un alud de rocas cerca de Biasca (Tesino) tuvo consecuencias dramáticas: la avalancha de piedras cerró el valle de Blenio. A continuación, el embalse del agua condujo a la formación de un pequeño lago que dos años después desbordó e inundó el pueblo donde más de 600 personas inocentes encontraron la muerte.

La ciudad de Zug, capital del pequeño cantón homónimo en la Suiza interior, sufrió un desastre en 1435 cuando una calle a orillas del lago se hundió en el lago. Sesenta personas perecieron y 26 casas fueron destruidas.

Una catástrofe no tan bien documentada ocurrió casi 900 años antes, en 563. Una parte del Monte Grammont cerca del cabo oriental del Lago Lemán derribó, represando el Ródano. Al reventar la presa natural unos meses más tarde, el lago se desbordó, llevó por delante los pueblos en ambas orillas, destruyó un puente en Ginebra y ahogó a muchos de sus habitantes.

 

 

Transporte

 

El Rhin, cuya fuente brota en los Alpes suizos, es la frontera natural entre Suiza y Alemania, pero es navegable sólo a partir de Basilea.

Basilea es uno de los centros de trasbordo más importantes de la navegación renana. Es allí donde se embarcan y descargan las mercancías. Posee cuatro puertos que están conectados a las redes viarias y férreas europeas.

El potencial anual de trasbordo comprende el 15% del comercio exterior suizo, lo cual equivale a un total de casi 9 millones de toneladas.

La mayor parte del cargamento importado es carga pesante: fuel líquido y sólido, metales y máquinas, cereales y pienso. La carga destinada a la exportación se compone principalmente de productos metalúrgicos, máquinas y productos químicos y de equipamiento.

En el 2002, la flota renana que navegaba bajo banderas suizas comprendía 115 buques, de los cuales 45 eran barcos de pasaje (consignados tanto para viajes cortos como para cruceros).

El Rhin es una de las hidrovías más importantes de Europa y garantiza a Suiza el libre acceso al mar. Todos los países ribereños tienen voz y voto en asuntos relativos a la regulación del transporte renano.

Red de transporte

Las hidrovías suizas también forman parte de la red de transporte. Los barcos en lagos y ríos suizos han transportado a más de 13,4 millones de pasajeros en el año 2006, con lo cual se alcanzó un nuevo récord. Los lagos suizos más transitados son el Lago de Zúrich y el Lago de los Cuatro Cantones.