La Reforma

 

 

Introducción

El siglo XVI fue una centuria de rebeliones y levantamientos en toda Europa occidental, y eso sobre todo gracias a un movimiento que pretendía reformar la tradicional Iglesia católico-romana y acabó escindiendo la Cristiandad en dos campos irreconciliables ya que los protestantes rechazaban la autoridad del Papa.

A pesar de que el movimiento reformatorio fue ostensiblemente un movimiento religioso, reflejaba también las profundas tensiones subyacentes en las estructuras sociales. En Suiza, como en muchas otras partes, la Reforma fue acompañada por disturbios y destrucciones. Los seguidores de la Reforma destrozaban por toda Europa las estatuas e imágenes «idólatras» en las iglesias y echaron de los monasterios a frailes y monjas que en la mayoría de los casos ya no volverían.

Ahora bien, el descontentamiento se mostraba más allá de las manifestaciones patentes de rebeldía y de rechazo hacia la Iglesia tradicional, puesto que se llegó incluso a cuestionar la vigencia de las estructuras fundamentales de la sociedad estamental. Movimientos «extremistas» del protestantismo como los anabaptistas, que encontraban sus más fieles seguidores en las zonas rurales y que requerían, entre otras cosas, la abolición de rentas y diezmos, fueron reprimidos a la fuerza por la corriente dominante del protestantismo.

Debates teológicos dieron inicio a una serie de tratados y discusiones sobre el concepto de la tolerancia. Ginebra optó por una postura autoritaria, encarcelando, expulsando o incluso quemando a los protestantes que no coincidían con el dictamen oficial de los teólogos. Basilea, en cambio, se convirtió en un centro de la liberalidad intelectual.

 

Dos reformadores: Zwinglio y Calvino

Suiza es la patria de dos líderes del protestantismo, el primero predicó en la parte germano-parlante del país, en Zúrich, el segundo propagó sus ideas en la Ginebra francófona.

 

Ulrico Zwinglio (1484-1531)

Zwinglio nació en el seno de una familia de labradores libres en el Toggenburgo, en el este de Suiza, pero se hizo famoso sólo cuando se estableció en Zúrich. Fue un erudito y lingüista excepcional que leía la Biblia en la versión original griega y hebraica. El punto clave de su doctrina residía en el hecho de que la Biblia representase la única guía para la fe y la conducta social y que cualquiera de las reglas o interpretaciones añadidas posteriormente por la Iglesia careciesen de fundamento.

 

Zwinglio creía que la Iglesia debía ser completamente independiente del «Estado»; y al mismo tiempo pedía que las autoridades seculares sentenciasen leyes conformes con las leyes de Dios.

 

Trabajaba arduamente para divulgar las ideas de la Reforma en tierras helvéticas y para remodelar la constitución de la Confederación bajo el patrocinio del Protestantismo. Murió en la batalla de Kappel en 1531 contra tropas católicas de la Suiza central.

 

Juan Calvino (1509-1564)

Calvino se relaciona estrechamente con la ciudad de Ginebra por haberla transformada en la «Roma protestante»; fue un reformador francés que, tras darse a la fuga de la Iglesia católico-romana en 1532, buscaba asilo primero en Basilea y luego en Ginebra.

Ginebra no era todavía un miembro de la Confederación suiza, pero mantenía una alianza con Berna y Zúrich.

Calvino llegó a Ginebra en el año 1536, pero tuvo que abandonar la ciudad al cabo de dos años porque la comunidad se rebeló contra su austeridad moral. No obstante, sus partidarios lo invitaron a volver en 1541. Su gobierno no fue menos austero en su segunda estancia, pero mucho más efectivo. La iglesia obtuvo la preeminencia frente a las autoridades seglares y proporcionó consejos espirituales al gobierno local.

La doctrina teológica de Calvino, que propagaba el trabajo duro y la idea de que la riqueza era una recompensa divina de ésta última, tuvo una repercusión inmensa en el desenvolvimiento del capitalismo moderno. Calvino favorecía la erudición, tanto en las artes como en las ciencias, y promovía, asimismo, la industria manufacturera y el comercio, de lo cual resultó en definitivo la prosperidad económica de Ginebra.

Guerras religiosas

Como ocurrió en muchas otras partes en Europa, la Reforma sumergió a Suiza en las guerras religiosas de aquel entonces. Algunas áreas permanecieron fieles a la vieja fe cristiana y al Papa, mientras que otras apoyaban la Reforma.

Zúrich adoptó oficialmente las doctrinas de la Reforma en 1525; fue el primer cantón suizo que se asoció al protestantismo. El ideario zwingliano era de gran atractivo para el vecindario de las más prósperas urbes suizas. Exceptuando a Soleura y Friburgo, todas las ciudades suizas se unieron a la nueva creencia.

En contrapartida, el reformador zuriquense no encontró casi ningún apoyo en la población (mayoritariamente iletrada) en las zonas rurales de la Suiza Central –no sólo por razones religiosas, sino también porque desconfiaban de la prepotencia de Zúrich–.

Para los cantones era imposible llegar a un acuerdo en materias de religión. Los cantones reformados hicieron una alianza entre sí, mientras los cantones católicos, quebrando el juramento promisorio de la Confederación, se unieron con el archiduque Federico de Austria.

Zwinglio quería divulgar su doctrina por toda Suiza, pero los demás cantones protestantes no mostraron la voluntad de unirse a su declaración de guerra contra la fracción católica. Su primer intento bélico se frustró con la instauración de una tregua en 1529, y cuando se reanudaron las hostilidades en 1531, las fuerzas católicas, numéricamente superiores a las protestantes, aplastaron al ejército zuriquense en la segunda guerra de Kappel, en la cual Zwinglio encontró la muerte.

En el tratado de paz que se estableció a continuación, la alianza reformadora fue disuelta. No obstante, ambos contrincantes consintieron en respetar en lo sucesivo la opinión religiosa del otro.

 

 

Ginebra

Las actividades de Calvino en Ginebra tuvieron un impacto duradero, y no sólo en la ciudad sino en todo Occidente. Su intento de establecer un régimen teocrático no dejó a nadie indiferente, ya fuera que loaban, ya bien que ridiculizaban a Ginebra con el apodo «Hierápolis», la ciudad santa.

El regimiento ginebrino se transformó bajo la regencia de Calvino, y no sólo porque introdujo otro modelo de convivencia social, sino también por la gran afluencia de refugiados religiosos que habían huido de países como Francia, Italia, Países Bajos e Inglaterra.

Estos inmigrantes tendían a respaldar a Calvino, y por consiguiente causaron resentimientos entre muchos naturales de la ciudad que recelaban del poder y la influencia que ejercían los intrusos.

Sin embargo, en 1555, un alzamiento del pueblo contra los protestantes asilados fue reprimido, lo cual dio más estabilidad al régimen impuesto por Calvino.

Algunos discípulos prometedores fueron instruidos para el ministerio para que divulgaran las doctrinas de Calvino. Uno de sus seguidores más importantes era John Knox, el fundador de la Iglesia Escocesa.

Gracias al hecho de que muchos de los refugiados eran impresores y editores de profesión, se logró intensificar la propagación de la nueva creencia por medio de textos bíblicos y tratados teológicos. La nueva academia fundada en 1559 llamó la atención de muchos estudiantes europeos que ingresaron en ella para recibir una de las mejores instrucciones reformatorias.

La afluencia de gente que huyó de la persecución religiosa coadyuvó al fomento de obras públicas instituidas por artesanos adinerados, banqueros o mercaderes extranjeros que deseaban donar algo perdurable a la ciudad.

Uno de los adversarios más implacables de Ginebra era la Casa de Saboya que todavía poseía derechos territoriales sobre la ciudad.

En 1602, el Duque Carlos-Emanuel I de Saboya hizo un último esfuerzo para recuperar Ginebra, pero un ataque nocturno se frustró por la alerta ciudadana. El episodio de los saboyanos es conocido en Ginebra bajo la designación
 Escalada, porque las tropas saboyanas utilizaban escaleras de mano para superar la muralla.

En la tregua de San Julián firmada en 1603 Saboya renunció a todos los derechos sobre la ciudad.

 

 

Conquista del País de Vaud

La difusión de la Reforma se aceleró cuando Berna empezó a perseguir una política expansionista en oeste, explotando la impotencia de la Casa de Saboya, que dominaba partes del País de Vaud y del Condado (aunque no de la Ciudad) de Ginebra.

El vecindario de Ginebra estuvo a la sazón involucrado en una lucha por el poder contra el obispo, respaldado por su parte por una fuerza exterior, los saboyanos.

Berna y Ginebra compartían el mismo interés antisaboyano y sellaron a tal efecto una alianza contractual (combourgeoisie, francés) en 1526.

Los asuntos alcanzaron un punto crítico en 1536, cuando Berna intervino para impedir la inminente toma de Saboya por los franceses. Invadió el País de Vaud, Chablais y el País de Gex (las dos últimas regiones pertenecen hoy a Francia) y entró en Ginebra. En lo sucesivo, Friburgo y el Valais se asumieron a la expedición militar bernesa y repartieron la zona conquistada entre sí, aunque a Berna le tocara, como era lógico, la parte del león.

Ginebra pudo guardar su independencia, pero Lausana –que también tenía una obligación contractual– y el País de Vaud en su conjunto fueron convertidos en territorios sujetos de Berna.

Después de la conquista, Berna impuso inmediatamente la nueva religión reformista en la zona; tanto Lausana como Ginebra se transformaron, con el paso del tiempo, en verdaderos centros del protestantismo francófono.

Renovación católica y la Contrarreforma

A pesar de los éxitos iniciales de la Reforma en las regiones más poderosas y populosas de la Confederación Helvética, los católicos empezaron a movilizar sus fuerzas para un contraataque.

Las autoridades seglares en las zonas católicas se apropiaron y desempeñaban cada vez más el papel de los potentados eclesiásticos, adjudicándose derechos abadengos u obispales como la administración de justicia, el control de la hacienda y, en algunos casos, incluso la asignación de curas.

Siguiendo de cerca el fuerte aumento del interés por la lectura de la Biblia y la erudición teológica entre los protestantes, muchos católicos empezaron a imitarlos, iniciando programas de instrucción teológico-canónicas propugnados por los jesuitas.

Una de las contribuciones más grandes de los católicos a la renovación de la vieja fe en Suiza fue la obra del cardinal Carlos Borromeo (1538-1584). Entre otras muchas cosas estableció el Colegio Helvético en Milán en 1579 para la enseñanza de la clerecía suiza. Borromeo fue canonizado en 1610, y fue, a partir de ahí, el nombrado Santo Patrono de la Suiza católica (más tarde también de Monterrey en California).

Los católicos aun hicieron algunas conquistas territoriales en el terreno de batalla. Algunos señoríos comunes retornaron al catolicismo después de la derrota zuriquense en 1531. En 1567 Berna devolvió el País de Gex y Chablais a Saboya, con lo cual cambiaron de creencia, regresando al catolicismo, como algunos de los demás territorios recuperados por el Obispo de Basilea en 1581. Después de la intervención de los cantones católicos, también el Valais abandonó paulatinamente la religión reformadora.

Por otra parte, muchas regiones permanecieron firmes en su posición reformista a pesar de las presiones ejercidas por los contrarios. Estas regiones incluían al Toggenburgo, que siguió siendo fiel al protestantismo pese a su pertenencia al monasterio de San Gall. Cantones en donde cada parroquia tenía la facultad de elegir su propia fe permanecieron biconfesionales, como Glaris, o bien se dividieron en dos semicantones, como ocurrió por ejemplo en Appenzell en 1597, que se escindió en dos subcantones: Appenzell Rodas Interiores (católico) y Appenzell Rodas Exteriores (protestante).